1º DE MAYO: GARANTÍAS PARA LA BANCA, Y PARA EL TRABAJADOR?

A menudo escuchamos el debate sobre las medidas ‘necesarias’ que hay que acometer para la estabilidad de los bancos, las decisiones a tomar para el correcto funcionamiento de la economía, o las presiones que recibimos de infinidad de organismos autorizados para la recuperación económica del país. El ciclo vivo que en sí mismo es la economía avala estas discusiones sin duda alguna pero, ¿en qué medida escuchamos la referencia a los trabajadores o a sus condiciones laborales?

Haciendo un ejercicio de síntesis, si ojeamos por encima prensa o publicaciones del sector, vemos que FMI, CNMV, Banco de España, Banco Central Europeo o los propios órganos de dirección de los bancos acaparan titulares sugiriendo, pidiendo, exigiendo u ordenando. El lugar secundario, una vez más se deja a los verdaderos artífices del funcionamiento de las entidades bancarias: sus empleados. ¿Acaso no somos quienes diariamente soportamos el peso de sus decisiones?

Sin duda ellos tienen mucho que decir, pero los trabajadores tenemos que alzar la voz en un sector que cada vez mira más a su ombligo y se olvida de sus empleados, sustento principal de las entidades financieras, que estamos sometidos a los vapuleos de esas decisiones autorizadas por unos pocos. 

Nos vemos en la obligación de recordar, remontándonos en la máxima con la que nació el Primero de mayo “8 horas de trabajo, 8 horas de ocio y 8 horas de descanso”, la necesidad de un control horario efectivo que evite los continuos alargamientos de jornada que dificultan nuestra conciliación con la vida personal o familiar. Necesitamos además una desconexión digital real que respete nuestro tiempo de ocio que, a su vez, disminuirá el estrés y aumentará la productividad. 

Para ajustar precisamente esa productividad, solicitamos que en el MIFID II se tenga en cuenta la formación ya adquirida por los trabajadores, su titulación y experiencia para optimizar los nuevos contenidos y evitar la revaluación de aquellos que ya han demostrado su capacitación por otros canales. Considerando necesaria la certificación del asesor financiero MIFID II, es necesario evaluar cada caso concreto para evitar la repetición de contenidos y largas horas de formación que son innecesarias. 

La precarización de nuestras condiciones, las sobrecargas de trabajo, los despidos, o el cierre de oficinas… han demostrado que no consiguen nada más que deteriorar a un sector apuñalado brutalmente por la crisis. Solo apostando por los empleados del sector, se asegura un funcionamiento óptimo con visión de futuro. 

 

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