AUSENCIA DE LIDERAZGO

  

La ausencia de liderazgo es lacra que se constata desde la célula primaria, la familia, hasta el más amplio de los ámbitos de relación social en el cual, a través del oficio político, debiéramos ser guiados con criterio, creando marcos inequívocos y estables.

No le es ajena a la empresa la crisis que está sufriendo el liderazgo, pues es una pandemia arraigada en la propia sociedad ya que empresarios y directivos, son parte de la misma. Hay crisis de liderazgo, sí, en la sociedad y por tanto en la empresa, pero es tan lamentable la condición del liderazgo en el tejido empresarial español que su estado actual asemeja a un enfermo desahuciado, terminal.

La crisis de liderazgo es tan profunda que, aún conociendo el beneficio que este produce en la gestión del grupo, ya en el seno de la empresa ya en otro ámbito más amplio, se le confunde con la presión indiscriminada, con la arrogancia obtusa y se suplen las profundas carencias de formación y experiencia, con la comunicación agresiva y prepotente que soporta el cargo, arrastrando, al fin, al desánimo como estado anímico más maleable.

Siguiendo camino hacia lo más particular, es la Banca, quizás, el sector donde arraiga aún más ese desánimo y donde la altivez de lo mediocre se impone, el informado pasa por formado y al oficio se le arrastra ante la teórica universitaria. Sector donde, generalizadamente, la retórica vacua de la Business School gana en primera instancia cuando se aplica con ánimo ofensivo, pero pierde, finalmente, pues olvida su esencia cuando en la práctica no se cumple el primer principio que sustenta el liderazgo: el ejemplo.

El liderazgo implica un compromiso no solo con la estrategia sino con el grupo humano, no se esgrime ni se jacta porque dimana de la capacidad de involucrar a quienes han de llevar a cabo las tareas con el objetivo común, porque al liderazgo le ocurre como al principio de autoridad, que es directamente proporcional a la capacidad de motivar y convencer. La presión y el miedo que devienen de las malas prácticas del liderazgo no convencen, no motivan y por supuesto, no involucran.

Como decíamos, es la Banca un sector en el que sobra presión y aumenta el miedo en la misma medida en la que caen motivación y alegría por el esfuerzo.

Recuperar el liderazgo activo que predica con el ejemplo y que se gesta en la educación de la voluntad en el esfuerzo, debiera ser la primera ocupación de aquellos que crean proyectos de futuro, los cuales, sin líderes adecuados, están abocados al fracaso.