EL CUENTO DE NUNCA ACABAR – Cláusulas suelo

La profesión del empleado de banca se ha convertido en una profesión de riesgo. Algunos dirán que no pasamos frío en invierno ni calor en verano, puede ser cierto, pero eso no significa que tengamos una vida laboral cómoda; prolongaciones de jornada interminables, objetivos inalcanzables, congelación salarial, reducción al mínimo de las compensaciones por objetivos, eso sí, la presión por la consecución de los mismos no afloja, al contrario, solo se incrementa y a menudo de la peor manera posible, bajo amenazas y cambio de reglas a mitad de la partida…
Por si todo esto no fuera suficiente, ahora se añade la presión que los compañeros y compañeras reciben para contrarrestar las demandas de los clientes, totalmente legítimas y previas a la demanda judicial, sobre las reclamaciones de las cláusulas suelo, cláusulas que según la resolución del TJUE son declaradas nulas si en el contrato celebrado entre el banco y el cliente no existe igualdad entre las partes; y además el TJUE también reconoce que la restitución debe hacerse desde el momento inicial del préstamo.
Todo ello comporta que la banca esté una vez más en boca de todos, pero los que realmente dan la cara y sufren las consecuencias son los de siempre: las empleadas y empleados.
Son ellas y ellos los que tienen instrucciones claras y concisas de negociar con el cliente para evitar la retrocesión y, en función del porcentaje, la penalización sobre el margen directo de la oficina es una u otra, lo cual revierte directamente en los bolsillos de las compañeras y compañeros, pero también es un arma de doble filo ya que los márgenes de las oficinas se verán afectados a la baja.
Resulta que este año el objetivo del margen es prioritario, pero si a un cliente se le retrocede la cláusula suelo por decisión judicial ese importe va directo a la vena, conclusión: objetivo inalcanzable, y no porque estas compañeras y compañeros no hayan hecho su trabajo, que lo hacen y muy bien, sino por el mero hecho de cumplir con la ley, menuda paradoja, ¿no os parece?
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